Relato realizado por Adrián García Pacios.
Había tres niños; se llamaban Adrián, Clara y Sergio. Eran muy buenos amigos, pero una noche Adrián estaba en la cama durmiendo con su pijama de Fórmula 1 y se despertó por un ruido, que era un muñeco, y Adrián se cayó de la cama.
Ese muñeco se llamaba Aitor, y era un muñeco sin cara y que en la barriga tenía un sol. Le dijo:
— ¡Hola! Me llamo Aitor y soy un Gogo.
Al día siguiente, Adrián y Aitor se prepararon para ir al colegio y… por casualidad clara y Sergio también tenían gogos. El de Clara era azul y tenía un solo pelo; se llamaba Lila. El de Sergio era el gogo drácula, que era rojo, tenía una pajarita y también unos largos dientes y, como era de esperar, le llamó Termineitor. Los profesores quedaron asustados, precisamente May. Los gogos empezaron a cantar y Adrián, Clara y Sergio dijeron:
— ¡Qué monada de Gogos!
Después de comer, Aitor no estaba y Adrián salió corriendo a buscarle. Lo encontró y le llevó al laboratorio. Inmediatamente llamó a Sergio y a Clara y, después de un rato, Clara levantó la manta que cubría el esqueleto.
Más tarde Lila y Termineitor se despidieron y desaparecieron.
Adrian, Clara y Sergio se fueron y, de repente, una luz blanca les atrapó. Llegaron a tiempo de que los Gogos y los Humanos tuvieran contacto, pero no se acordaban de la asombrosa aventura. Los Gogos les vigilaban desde el mundo Gogo y fueron a hablar con el rey para que los dos mundos se volvieran a conectar:
— Vale, pero con una condición —dijo el rey.
— ¿Cuál? —preguntó impaciente Aitor.
— Traedme diez cajas de rosquillas.
Se las trajeron y bajo sus pies apareció un túnel. Al caer chocaron con las caras de Adrián, Clara y Sergio. Entonces los chicos empezaron a recordar y la Tierra y el mundo Gogo empezaron a conectarse.
Había tres niños; se llamaban Adrián, Clara y Sergio. Eran muy buenos amigos, pero una noche Adrián estaba en la cama durmiendo con su pijama de Fórmula 1 y se despertó por un ruido, que era un muñeco, y Adrián se cayó de la cama.
Ese muñeco se llamaba Aitor, y era un muñeco sin cara y que en la barriga tenía un sol. Le dijo:
— ¡Hola! Me llamo Aitor y soy un Gogo.
Al día siguiente, Adrián y Aitor se prepararon para ir al colegio y… por casualidad clara y Sergio también tenían gogos. El de Clara era azul y tenía un solo pelo; se llamaba Lila. El de Sergio era el gogo drácula, que era rojo, tenía una pajarita y también unos largos dientes y, como era de esperar, le llamó Termineitor. Los profesores quedaron asustados, precisamente May. Los gogos empezaron a cantar y Adrián, Clara y Sergio dijeron:
— ¡Qué monada de Gogos!
Después de comer, Aitor no estaba y Adrián salió corriendo a buscarle. Lo encontró y le llevó al laboratorio. Inmediatamente llamó a Sergio y a Clara y, después de un rato, Clara levantó la manta que cubría el esqueleto.
Más tarde Lila y Termineitor se despidieron y desaparecieron.
Adrian, Clara y Sergio se fueron y, de repente, una luz blanca les atrapó. Llegaron a tiempo de que los Gogos y los Humanos tuvieran contacto, pero no se acordaban de la asombrosa aventura. Los Gogos les vigilaban desde el mundo Gogo y fueron a hablar con el rey para que los dos mundos se volvieran a conectar:
— Vale, pero con una condición —dijo el rey.
— ¿Cuál? —preguntó impaciente Aitor.
— Traedme diez cajas de rosquillas.
Se las trajeron y bajo sus pies apareció un túnel. Al caer chocaron con las caras de Adrián, Clara y Sergio. Entonces los chicos empezaron a recordar y la Tierra y el mundo Gogo empezaron a conectarse.