lunes, 7 de abril de 2008

EL CORDERO MANOLO

Coral Acedo Pérez nos cuenta otras cosas:

«Érase una vez un cordero llamado Manolo «el roquero», que iba de duro por la vida.

Tenía el pelo a lo afro y su punto débil, su cola. Él tenía mucha vergüenza porque la tenía de color rosa y él era un roquero. Se andaba preguntando:

— ¿Cómo puede ser que un roquero como yo tenga la cola rosa? Si alguien se enterase, ¡mi carrera se vendría a pique! ¡Sería el fin!

A Manolo le gustaba su vecina Matilde, la del 5º piso.

Cada vez que la veía se hacía el chulito, porque él pensaba que le gustaban los chulitos. Pero era todo lo contrario: a Matilde le repateaban los engreídos y los chulitos y solía esquivarle.

Un día, estando en un concierto de rock dando saltos y meneándose demasiado, sus pantalones de cuero negro como eran tan ajustados se le rompieron y se le salió la colita rosa.

Todo el mundo se la vio y él estaba tan avergonzado que quería que la tierra se lo tragase, porque para colmo estaba Matilde, su linda vecina del 5º piso. Él estaba tan avergonzado que no salía de casa y tenía terribles pesadillas; pero un día no le quedaba comida y tubo que llenarse de valor y salir, si no quería morir de hambre.

Al salir del portal se encontró con Matilde; él se quería morir, pero cuál no fue su sorpresa, que Matilde se acercó a hablarle, ella que siempre lo había evitado. Ella lo invitó a tomar un café al verlo tan triste. Ella le hizo ver que no era tan grave lo de su cola, porque la de Matilde también lo era y no importaba de qué color tuviera la cola; lo importante es lo que tengas en tu corazón.

Manolo se fue muy contento y muy orgulloso a su casa porque se había hecho amigo de la cordera más guapa del edificio, Matilde la del 5º.

Y todo gracias a su colita rosa.»