Marcos García Fernández nos lo cuenta así:
«El cordero era guapo y además elegante.
Vestía con gafas de sol, gorro, esmoquin y, por eso, fue elegido Míster Cordero del Año.
Era rico gracias al concurso y lo mejor ¡la corona!
Un día cayó apenado porque el pelo se le puso a lo afro; entonces se emborrachó, cogió la limusina y atropelló a la cabra loca y entonces el policía cerdo le quitó seis puntos del carnet y lo mandaron a la prisión psiquiátrica.
Un día, cogió el coche y se fugó, pero el escuadrón de B.F.I [sic] lo volvió a atrapar. Un día lo sacaron y se cayó en un charco y se le quitó el pelo afro, pero se quedó sin el pelo.
Entonces se hizo cantante «pop»; cantaba tan mal que se rompían las ventanas. Un día conoció a una elefanta y se casó con ella. Ella cantaba muy bien; formaron la «Súper Tontería» y es fue su disco número uno.»
«El cordero era guapo y además elegante.
Vestía con gafas de sol, gorro, esmoquin y, por eso, fue elegido Míster Cordero del Año.
Era rico gracias al concurso y lo mejor ¡la corona!
Un día cayó apenado porque el pelo se le puso a lo afro; entonces se emborrachó, cogió la limusina y atropelló a la cabra loca y entonces el policía cerdo le quitó seis puntos del carnet y lo mandaron a la prisión psiquiátrica.
Un día, cogió el coche y se fugó, pero el escuadrón de B.F.I [sic] lo volvió a atrapar. Un día lo sacaron y se cayó en un charco y se le quitó el pelo afro, pero se quedó sin el pelo.
Entonces se hizo cantante «pop»; cantaba tan mal que se rompían las ventanas. Un día conoció a una elefanta y se casó con ella. Ella cantaba muy bien; formaron la «Súper Tontería» y es fue su disco número uno.»